La regla de oro
M Mons. Vincenzo Paglia
00:00
00:00

Evangelio (Mt 7,6.12-14) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis cosas santas a los perros ni arrojéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y luego se vuelvan para despedazaros. Todo lo que queréis que los hombres os hagan, hacedlo también con ellos: porque esto es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Cuán estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran!

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

"No deis cosas santas a los perros ni arrojéis vuestras perlas a los cerdos". La imagen está relacionada con el antiguo culto que consistía en ofrecer a Dios la carne de las víctimas y los frutos de la tierra, como prescribe el Levítico (22,1-14). No se debe dar carne a los perros que la pisotean, ni arrojar perlas a los cerdos porque las rechazan. Esta frase no se trata de personas que no serían aptas para recibir el evangelio. Más bien, Jesús nos invita a no tratar el Evangelio a la ligera, sino a tenerlo en alta estima para nuestra propia vida y la de los demás. No debemos desperdiciar las palabras del Evangelio ni tirar al viento las de la predicación. El Evangelio es un tesoro muy precioso que debe ser atesorado y no debe desecharse. Esto es lo que le sucede al predicador cuando no guarda con honor la Palabra de Dios y esto es lo que le sucede al oyente, cada vez que deja escapar la predicación, porque está encerrado en sí mismo y ya no escucha a nadie. El evangelista relata luego otra frase de Jesús: "Todo lo que quieras que te hagan los hombres, hazlo también con ellos". Es la manera de aplicar toda la Ley y los Profetas. Esta regla se llama "regla de oro" y está presente en casi todas las grandes religiones del mundo. Capta esa sabiduría que viene de Arriba y que ha sido puesta en el corazón de cada hombre. Mateo lo formula de manera afirmativa para subrayar que no basta abstenerse del mal, es necesario hacer el bien. El Evangelio es la puerta estrecha que conduce a la salvación. Podríamos decir "estrecho" porque es un libro pequeño, parecido a una puerta pequeña. Pero es la puerta que se abre al reino de Dios. Pero la puerta del egoísmo, del orgullo, del odio, de la violencia es amplia: todos conducen a la "perdición", dice Jesús. Confiémonos al Evangelio y seremos guiados por su luz hacia el reino de Dios.