No jures nada
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 5,33-37) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «También habéis oído que fue dicho a los antiguos: No cometáis perjurio, sino cumplid vuestros juramentos con el Señor; pero yo os digo: No juréis en ninguna cosa: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni para la tierra, porque es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. No jures ni siquiera por tu cabeza, porque no tienes poder para hacer blanco o negro un solo cabello. Más bien, que vuestras palabras sean sí, sí; noveno; todo lo demás viene del maligno."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Es necesario recuperar la confianza entre los hombres, para, por tanto, eliminar aquella desconfianza que exige la adición del juramento. Hoy, lamentablemente, se produce una especie de agotamiento de la confianza mutua debido al abuso de las palabras y a la falta de peso que se les concede. Jesús, por un lado, llama a la humildad, que es el fundamento de las relaciones entre nosotros. Y a la humildad le siguen la verdad y la franqueza. Con cierto humor Jesús advierte que no vale la pena jurar "por la propia cabeza", dado que no tenemos el poder de hacer que un solo cabello sea blanco o negro. Por otra parte, Jesús subraya que el Señor creó al hombre dándole la dignidad de la palabra. Por eso Jesús dice: «Que vuestra palabra sea más bien: “Sí, sí”, “No, no”; todo lo demás proviene del Maligno." Nuestras palabras tienen peso; por tanto, no deben ser vanidosos ni ambiguos. A través de ellos aparece el corazón, como para Dios mismo. Es el maligno, de hecho, quien intenta ampliar su fuerza con la corrupción de las palabras. El discípulo de Jesús debe aprender a saber decir "sí" a la vida que proviene del Evangelio y al mismo tiempo debe oponer un "no" firme a las propuestas que conducen al mal para sí mismo y para los demás. Es importante también saber decir "no", es decir, imponer una disciplina del corazón. Decir "sí" al Señor que llama, pero también decir "no" a las seducciones y propuestas que sólo aparentemente sugieren un bien para nuestra vida.