Fundación de la Iglesia de Antioquía
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 5,13-16) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo se salará? No sirve para nada más que para ser desechada y pisoteada por los hombres. Eres la luz del mundo; Una ciudad asentada sobre un monte no puede permanecer escondida, ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Así que brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Hoy la Iglesia recuerda a Bernabé. Originario de Chipre, vivió en Jerusalén, donde abrazó el Evangelio, convirtiéndose en un discípulo ejemplar: vendió todos sus bienes y llevó las ganancias a los pies de los Apóstoles. Y fueron los propios Apóstoles quienes lo enviaron a Antioquía, donde se predicó el Evangelio no sólo a los judíos, sino también a los paganos: por primera vez la comunidad de los discípulos de Jesús estaba compuesta por creyentes no judíos. Fue en esta ciudad donde los discípulos de Jesús fueron llamados por primera vez "cristianos". Bernabé, al enterarse de la conversión de Pablo, lo invitó a Antioquía para dar testimonio ante todos de su encuentro con Cristo. Lo llevó también a Jerusalén para presentarlo a los demás Apóstoles y al mismo tiempo defender las razones para predicar el Evangelio a los paganos sin que se sometieran a la circuncisión. Junto a Pablo emprendió el primer gran viaje apostólico, llevando también a Juan Marcos, sobrino de Bernabé, un joven testigo de la pasión del Señor. La tarea de comunicar el Evangelio no surge en la Iglesia de proyectos humanos ni de deseos de expansión. Es el Espíritu del Señor quien empuja a los Apóstoles y discípulos de todos los tiempos a recorrer los caminos del mundo y los de los corazones para comunicar el Evangelio del amor.