Llamado de los primeros cuatro discípulos
M Mons. Vincenzo Paglia
00:00
00:00

Evangelio (Mt 4,18-22) - Mientras caminaba por el mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Y él les dijo: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres". E inmediatamente dejaron sus redes y lo siguieron. Yendo más lejos, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo y su hermano Juan, que en la barca junto con Zebedeo, su padre, remendaban las redes; y los llamó. E inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

La Iglesia recuerda hoy al apóstol Andrés, el primero de los llamados. Este recuerdo nos recuerda que el cristiano es ante todo un discípulo, es decir, un hombre, una mujer, que escucha al Señor y lo sigue. Andrés, hijo de Jonás y hermano de Simón Pedro, era originario de Betsaida y trabajaba como pescador, junto con su hermano. Fue llamado por Jesús mientras remendaba las redes; Los dejó inmediatamente y siguió a ese maestro. Según la tradición, Andrés anunció el Evangelio en Siria, Asia Menor y Grecia y murió en Patras, crucificado como su maestro. La ortodoxia lo venera como el primer obispo de la Iglesia de Constantinopla. El evangelio de Marcos lo une a los cuatro primeros llamados. De hecho, después de conocer a Jesús, todos empezaron a seguirlo. Aquí hay una invitación sencilla y clara de Jesús: «Venid en pos de mí; Os haré pescadores de hombres." Andrea y Simone, llamado Pietro, escuchan esta invitación, abandonan las redes y síganlo. ¿Por qué seguirlo? Es difícil explicar el futuro de Dios a quienes, como nosotros, son analfabetos sobre su palabra y su amor. Y ese maestro explica el futuro de Dios de la única manera que aquellos pescadores pueden entender: "Seguiréis siendo pescadores, pero de hombres". Para esta pesca hay que dejar el barco habitual y empezar a caminar ya no sobre el agua sino sobre la tierra de los hombres, quizás incluso más móvil e incierta que las aguas de aquel lago. Ya no es el mar de agua, es el mar de hombres y mujeres: Andrés, junto con los otros tres, acoge la invitación de Jesús. No eres tú quien elige, es otro quien te mira. te ama y te llama. En verdad, Jesús es el primer "pescador de hombres", y llama a esos pobres pescadores. No nos corresponde a nosotros juzgar si somos o no dignos, o si alguien más lo es; estos juicios están ligados a una lógica mundana. Seguir a Jesús no es una elección de héroes ni de espíritus elegidos. Los cuatro primeros eran simples pescadores: escucharon a Jesús, confiaron y lo siguieron. Todo esto es el secreto de la fe y de la Iglesia misma.